miércoles, 21 de noviembre de 2012

La oreja de coliflor, el patrón del heroísmo: UFC

Las cicatrices han sido y deberían ser por siempre el auténtico rasero para medir la heroicidad.  La capacidad de algunos seres humanos de sacrificar su integridad física en pos de alcanzar sufridamente la culminación de unos ideales, de llevar a cabo cual mártir la lucha de sus iguales, de su país, es sin duda alguna digna de monumento y adoración. Contemplando la desviada y pervertida deriva a la que cada vez más urgentemente se dirige la humanidad, totalmente desprovista de valores, incapaz de reconocer a sus auténticos paladines, los pilares de este convulso y cada vez más pequeño Primer Mundo, no puede uno sino temer que esto pudiera dejar de ser así.

James Thompson irradia destreza, inteligencia y fuerza por igual
Patas de palo, ojos de cristal, heridas por arma blanca, disparos a quemarropa, miembros amputados por minas antipersona, operaciones de fimosis, cesáreas de parturienta, apendicectomías, etc..  La historia de la humanidad no se entiende sin todas estas impresiones de vida, de muerte, de corporeidad. La materia al servicio de la abstracción. El efímero y perecedero pero único e intransferible cuerpo humano, ofrecido como presente a la inmortalidad, a la historia, al progreso. Esta reflexión, expuesta por mí hace unas horas ante el reducido y embriagado auditorio de un pub irlandés de Brooklyn,  me ha llevado a centrar este artículo de hoy, como vuestras perspicaces mentes habrán deducido ya a estas alturas, a una concreta clase de bregaduras: las orejas de coliflor. Pero si lo pone en el título diréis. Sí. También es verdad. Siempre os subestimo, mis aprendices. 

El retorno de la oreja a la plancha
La oreja de coliflor ha ido siempre ligada de una u otra manera a muchos de los más valientes y sacrificados guerreros pero, sobre todo, a los gladiadores que bajo este y otros nombres han entretenido durante siglos al espectador barrigón hundido en la rutina y sediento de sangre ajena. De todos es conocido que Espartaco era conocido entre los bajos fondos del Imperio como 'Orejamierda'. Dando un salto hacia la modernidad (mucho más amena), la figura del héroe de orejas de coliflor ha venido siendo representada durante algo más de un siglo por una figura típicamente inglesa: el jugador de rugby.

Graham Rowntree, sueño erótico de las amas de casa británicas.
Los ingleses se han demostrado siempre capaces de abarcar los más extremos polos del comportamiento humano. Auténticos animales de bellota sobre una campo de césped, solo interrumpen su salvajismo para tomarse un ridículo té si tocan las cinco de la tarde en el Big Ben. La penosa copia barata de su deporte más típico (junto al estúpido y aburrido soccer), nuestro football, al que también se juega con las manos curiosamente, siempre tuvo una puesta en escena mucho más mariquitiqui. Protecciones y cascos han evitado durante décadas que nuestros esforzados deportistas pudiesen agenciarse unas honrosas y atractivas cicatrices. ¿Qué mujer no desea acostarse con un tipo como este?

Wanderlei Silva, facciones prototípicas del héroe romántico.

La solución a esta carencia de nuestro deporte más viril, que nos hacía caer en vergüenza ante los pérfidos súbditos de la Reina, ha llegado de lo más profundo de los Estados Unidos. No podía ser de otra forma. Mezclando un batiburrillo pretencioso y sin sentido de técnicas y tradiciones ancestrales de otras culturas y países con una idiosincrasia propia de la que carecen nuestros amados y jóvenes EEUU, se crearon y proliferaron lo que ahora llamamos "artes marciales mixtas". La bendita ignorancia y la impetuosa voluntad de apropipiarnos de aquello que no nos pertenecía y que ni tan siquiera podíamos llegar a comprender, lo hicieron posible. 

La UFC (Ultimate Fighting Championship), adorada por todo el Medio Oeste Americano y sus siempre entrañables garrulos y rednecks nos ha devuelto la dignidad. Nos ha devuelto los héroes. Nos ha devuelto las orejas de coliflor. Y no solo eso, si no que también ha otorgado sueños de esperanza y de futuro a los jóvenes patriotas de zonas deprimidas, que ansían poder matar a su compañero del colegio o su propio hermano sobre un ring vallado para poder ganarse el respeto de sus iguales y cuatro dólares por noche, por ofrecer entretenimiento y diversión al siempre agradecido público. 

Gracias una vez más, América profunda. Gracias, UFC

Fdo: CLIFF 'DIAMOND' GERVASI

Randy Couture. Sangre, músculo y orejas de cagarruta. Leyenda de la UFC.

2 comentarios:

  1. Es loable l herocidad en la vida, por caausas que vlgan, más que el dinero... Y el honor no se mide en una contienda de UFC... Mal llamadas artes marciales, ya que pocos son los verdaderos artistas marciales que se adentran en una burda pelea callejera, no se han de desconocer los gestos técnicos y valor de algunos, pero la mayoría solo puedieron optar por los golpes en desorde y carente de técnicas para vivir decentemente...

    Una amputación, una herida por arma blanca o de fuego y hasta orejas deformes lo he de asumir si defiendo a mí familia o lucho por mí vida....

    Como artista marcial veo poca marcialidad, excepto reitero, por gestos técnicos de JJB y paratas, rodillazos, codazos y puños de varios estilos de lucha, eso si por fura el "ground and pound"digno de pelea de colegiales burda, anti tecnica y que nada tiene de arte y menos marcial.

    Finalmente es inadmisible que se hable del "aburrido y estúpido soccer..." un deporte, hecho arte por algunos, aunque no falta el patán o lerdo, como en toda faceta de la vida, pero osar cualificar el deporte más extendido en el mundo de la forma que en el precedente "artículo" se hace, da vergüenza. Eso si avalo que si quedan reductos del circo romano en la actualidad, se de entre hombres libres, no abusando del débil o martirizando animales...

    Para quienes admiramos los deportes de combate, siempre esperamos honor, dignidad y calidad en los contendores, y las MMA en ocasiones dejan de ser MA y solo mixed... De bavucónes, peleadores callejeros y marionetas de franquicias que se ahogan en dinero, gracias a la sangre de otros...

    Héctor A. Alaguna P.
    Colombia.

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  2. Estimado y lacónico fan Señor Héctor A. Alaguna P., ¿tiene usted las orejas de coliflor o es un mariquita comunista más?

    Cliff Diamond Gervasi

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